miércoles, 21 de septiembre de 2011

Consejos para educar a tus hijos a menos de veinte metros (III y último)


Antes de educar a un hijo a menos de veinte metros, es aconsejable visitar a un psicólogo para comprobar cuantos metros tiene uno.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Consejos para educar a tus hijos a menos de veinte metros (II)


Cuando veas que tu hijo de siete años tiene los pómulos enrojecidos y empieza a decir bobadas, no le des más vino con gaseosa, porque tus amigos y familiares ya se han reído bastante con él, y él también bastante.


Consejos para educar a tus hijos a menos de veinte metros (I)


El primero y más importante: no vocees a tu hijo en la terraza de un bar con un señor sentado al lado leyendo un libro con cara de buena persona, cuando se encuentre a más de veinte metros, y sobre todo, no le vocees que no vocee él; como consejo, recomiendo que el padre, madre o tutor le haga una señal al hijo lejano, haciéndole ver claramente que se debe acercar, y una vez juntos, progenitor y descendiente, el primero grite en el oído al segundo, no tan fuerte como si estuviera a veinte metros, pero sí lo suficiente como para causarle un daño, y así, causárselo sólo a él.
( en el próximo folletín, descargas eléctricas para padres e hijos conjuntas)

jueves, 1 de septiembre de 2011

Fisterra


El otro día, Ruth y yo, vimos cómo el sol desaparecía ardiendo, quemando parte del océano atlántico, en el faro de finisterre, ahora convertido en hotel, donde Ruth me regaló una noche por mi cumpleaños, para ver el fin de la tierra, el fin del mundo conocido. Allí se entiende por qué los romanos se dieran la vuelta y se fueran directamente a por dios.

domingo, 19 de junio de 2011


resultó que un día una niña muy buena se fijó en un niño muy bueno.
el niño se quedó atontado con la niña, pero como era un poco torpe y se desorientaba con cualquier cosa, pensó que la niña no le querría nunca, aunque fuera muy buena.
pero resultó que no fue así; que era tan buena la niña muy buena, que no se fijó demasiado en las desorientaciones del niño torpe, y a la vez que lo fue queriendo, lo fue desentorpeciendo, .. y entonces el niño casi orientado fue creyendo que no era tan torpe y que tampoco era tan bueno, pero que el equilibrio que la niña buenísima le daba, le permitía quererla y pedirle que se casara con él., y con lo que él tenía ahora de ella.