jueves, 4 de abril de 2019

Veinte años


20

Veinte años. Ya. Qué rápido pasa el tiempo. O qué despacio –a veces-. Depende de a la velocidad que vayas, sin ver nada o sin ver todo. Depende de la velocidad con la que prefieras tropezarte, si el daño es menor cuanto más veloz es el error. Si pararse es movimiento – si la ansiedad es moverse-.
Mamá ya no sabe quién eres. Se olvidó de sacarte enmarcado de la maleta en su último viaje. Quizás te recuerde del burdel, si pasaste, donde dice que trabajaba. Igual tiene razón. Igual todos hemos trabajado en burdeles. O lo seguimos haciendo. O lo haremos.
Mamá no te recuerda, pero te llora. Te llora mucho. Nosotros también, aunque por ahora lo sabemos.
Yo ahora estoy mejor. Llevo cinco meses. Me decías, hace veinte años, desde la cama del hospital, que por qué no quería estar mejor. Que tú lo conseguiste.
He tardado un poco en hacerte caso. Depende de la velocidad.
He tenido ayuda. Estoy aprendiendo a decir la verdad, a no manipular, a ser humilde, generoso. He conseguido no tener rencor. Casi ya no juzgo. Casi ya no tengo ira. Casi ya no tengo lo que creía que era.
Ahora empiezo a parecerme al de la foto. Y tú detrás. Y nos movemos. Más despacio que antes. Sin tropezar. Casi sin error. Sin ansiedad.