Homenaje

Ha pasado todo el verano; y yo sin hacerme casi aquí, en mi blog.

Para volver a hablar de Antonio Vega. Y para anunciar que, por obligación (mía), le vamos a cantar unos cuantos sus canciones.

Será el 11 de noviembre, miércoles en el Gran Café de León, de España, de Europa y del universo.

De camino al colegio iba repasando la letra de la canción "Enganchado a una señal de bus". También la cantaba, para adentro claro(mis queridos "hermanos" Maristas me habían enseñado bien a callar -y no hablo de tortazos físicos, no eran precisos-). Tenía que repasar otras cosas en ese camino, matemáticas, religión, ciencia? ... pero yo repasaba lo que decía Antonio Vega. No me dieron un título. Me dieron mil.

Hay gente que dedica parte de su tiempo a ser mirada; hay otro tipo de gente que mira; y luego hay gente que es mirada mientras mira. Es por eso que se inventaron los bancos de los parques, calles, centros comerciales... orientados de tal manera que la gente pueda ser mirada mientra mira. No hay otra forma conocida, o aún no se ha inventado (inventado mejor)

De todas formas el arte de andar que busco o buscamos no se encuentra sólo en la distancia que establecemos con nuestros cuerpos. Va más allá. Creo que creamos otros-yos y los ponemos a caminar a nuestro alrededor, sin que ellos-nosotros se den cuenta de que están siendo manipulados. Es una manera de andar controlada, sin riesgo y fácil. Andar con ventaja sobre el otro le resta toda su importancia al mismo hecho de andar. Ya no tiene gracia, y es entonces cuando devolvemos el alma al caminante; recupera su estado, recupera sus movimientos, te mira al pasar y ya no eres tú. Ya no tiene gracia.

Hacía tanto tiempo que no miraba hacia arriba que se me había olvidado...

Se acabó la semana santa. Vuelta a los ensayos. En cualquier rincón de la ciudad, la lucha desesperada para ver quién toca peor la corneta y el tambor. Por qué no hay cantantes en las bandas?(a parte de las saetas-que no Di Estéfano-)

españa con ñ

No hay nada más reparador que una cocacola a las 6 de la tarde en un pueblo con nombre de olvido rodeado de las voces y fichas de dominó.