Mi madre sabía que se tiraba al suelo
para llamar la atención.
Ahora ya no sabe si se ha caído o se ha
tirado; y ya no sabe si hubo alguien alrededor, que le prestara su atención.
Repasa continuamente su forma de ser.
Intenta no equivocarse en sus errores y en sus aciertos. Odia que la pillen
desprevenida ante un insulto o ante un piropo. Y lo vuelve a repasar hasta el
olvido. Y se olvida de ir al baño, y de ponerse ropa, y se mete en camas que no
son suyas, cuando no hay nadie dentro.
Espera en un banco, fuera de la
residencia, a que alguien vaya a rescatarla, durante horas. Y se cuenta las
arrugas, y dice que no son suyas.
Se inventa vidas y muertes, enfermedades;
nombres, edades, ciudades. Mendiga el amor. A veces lo exige.
Tararea sin mover los labios las
canciones que se le están escapando.
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