Juerga General.
Empezamos el día, yo con mi edad ya lo
empecé antes pero, también, lo acabaré antes, con dos
adolescentes casi novios chupándome la
wifi (porque a mi edad uno no suele saber de contraseñas)
justo debajo de mi ventana, en el banco
que ocuparán dentro de un rato las señoras que se piran el
geriátrico; los dos con el portátil
de él, lo digo porque a ella nunca se lo he visto encima y a él se
le
ve muy seguro tecleando, más
experimentado a la hora de chupar wifis, poniendo canciones de
Pignoise a todo lo que da la
mini-mierda de altavoces enanos que saturan las composiciones de
Álvaro, genio de la música moderna,
al que, por desgracia, le dí clase hace unos años y le enseñé a
tocar canciones de Green Day, para mi regocijo ventanil. Por suerte
no soy capaz de degustar todas
esas armonías vocales grabadas
doscientas veces en sesiones de ocho horas diarias durante dos meses
sobre esa paleta colorida de acordes minuciosamente escogidos, ya que
mi vecina sorda ha
comenzado con su ritual mañanero de
vocear a su compañero ciego-sordo, un ritual que, como la matanza
del gocho, si el gocho es escurridizo, dura una eternidad.
Es este momento contrapuntístico
boreal, decibélico instante otoñal, el que me sugiere bajar a la
calle con mis playeros colesterólicos para comprobar si es verdad
que los piquetes son sólo informativos.
P.D. Conocí a Álvaro hace tiempo y
era un chico muy majo. Tampoco tiene que ir unido todo en
la vida.
Jajajjaja...menuda huelga que te gastas!!!!
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