Existe un animal
marino de tres milímetros que tiene corazón y cerebro. No me estoy
metiendo con nadie. Existe de verdad y se llama Oikopleura dioica.
Dicen los que saben que es casi como nosotros y que nosotros no somos
casi como él porque tenemos más genes. Pero no tenemos más genes
porque al evolucionar los hayamos ganado, sino porque el Oikopleura
dioica los ha perdido. Podríamos estar discutiendo esto durante
horas o semanas, pero a mí se me quitan las ganas de hacerlo cuando
salgo a la calle. Creo que la única diferencia con ellos es que
nosotros vamos vestidos. Igual puede que cuatro cosillas más. Que
nos gusta el fútbol, el vino y las mujeres. La última cosilla es
que hablamos; aunque aquí soy yo el que sí quiere discutirlo.
Eduard Punset dice
que la música es el lenguaje que entendemos y que nuestro lenguaje
no sirve para casi nada. Que
dentro de ese lenguaje
lo que importan son los gestos que acompañan esa verborrea, el
movimiento, y con el movimiento la musicalidad, y con la musicalidad
la música, que justamente es por donde empezó Punset. Que lo que
hablamos suele ser mentira, si es que alguna vez es verdad.
El
Oikopleura también tiene culo, y al tener culo también tiene boca.
Como nosotros. Aunque nosotros, a veces, hablamos con el culo y...
Ellos no. Ellos saben muy bien dónde tienen cada cosa. Usan el
cerebro para saberlo. Y, seguramente, usen el corazón para quererse.